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lunes, 3 de noviembre de 2008

Historia del Espiritismo

El espiritismo es una doctrina filosófica nacida en Francia a mediados del siglo XIX. Esta doctrina está basada en los libros escritos por el pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail también conocido como Allan Kardec.

El vocablo "espiritismo" se refiere al "sistema para el estudio de los espíritus" y fue el propio Kardec quien afirmó haber acuñado el término en la introducción de su "Libro de los Espíritus". El espiritismo postula, "el estudio de la naturaleza, el origen y porvenir de los espíritus, y sus relaciones con el mundo material".

En el año 1848, llamaron la atención en los Estados Unidos de América diversos fenómenos extraños, que consistían en ruidos, golpes y movimientos de objetos sin causa conocida. Estos fenómenos, con frecuencia, tenían lugar espontáneamente con una intensidad y persistencia singulares; pero se notó también que se producían, más particularmente, bajo la influencia de ciertas personas que se designaron con el nombre de médiums. Quienes podían, hasta cierto punto, provocarlos a su voluntad, lo que permitió repetir los experimentos.

Con preferencia se servían de mesas, no porque este objeto fuese más a propósito que otro, sino únicamente porque es movible, más cómodo y porque podemos más fácil y naturalmente sentarnos junto a una mesa que junto a cualquier otro mueble. Se obtuvo de este modo la rotación de la mesa, después movimientos en todas direcciones, saltos, caídas, elevaciones, golpes violentos, etc. Este fenómeno fue designado, en un principio, con el nombre de mesas giratorias o danza de las mesas.

Hasta aquí el fenómeno podía explicarse perfectamente por una corriente eléctrica o magnética, o por la acción de un fluido desconocido, y ésta fue la primera opinión que se formó. No tardó en reconocerse, en estos fenómenos, efectos inteligentes de manera que los movimientos obedecían a la voluntad; la mesa se dirigía a la derecha o a la izquierda de una persona determinada, se levantaba, cuando se le mandaba, sobre uno o dos pies, daba los golpes que se le pedían, marcaba el compás. etc. Quedó probado desde entonces. Con evidencia, que la causa no era puramente física, y según el axioma de que si todo efecto tiene una causa, todo efecto inteligente debe tener una causa inteligente, se dedujo que la causa de este fenómeno debía ser una inteligencia.

¿Cuál era su naturaleza?
Esta era la cuestión.

El primer pensamiento fue que podía ser un reflejo de la inteligencia del médium o de los asistentes, pero la experiencia demostró muy pronto la imposibilidad de que así fuese, porque se obtuvieron cosas completamente ajenas al pensamiento y conocimiento de las personas presentes, y hasta en contradicción con sus ideas, su voluntad y sus deseos; no podía proceder sino de un ser invisible. El medio de cerciorarse de esto era muy sencillo: se trató de entrar en conversación con aquel ser, y se obtuvieron respuestas a las diferentes preguntas que se le hacían. Este fue el fenómeno que se designó con el nombre de mesas parlantes.

Este fenómeno, desde América, pasó a Francia y al resto de Europa, y durante algunos años, las mesas giratorias o parlantes estuvieron de moda, llegando a ser la diversión de los salones. Luego, el fenómeno presentó un nuevo aspecto que le hizo salir del círculo de simple curiosidad.

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